martes, 21 de abril de 2009

Indiferencia en el Congreso por reformas económicas


A la apatía del Gobierno por impulsar las reformas económicas que requiere el país para contrarrestar el impacto de la crisis global, se le ha sumado la indiferencia del Legislativo por su discusión. Así se desprende al analizar que iniciativas claves como los proyectos de Reforma Financiera y el nuevo Código de Minas, no avancen con la rapidez que necesitan los sectores.

“Es un contrasentido, que cuando más requiere el país de reformas que apacigüen el impacto de la crisis económica, que reestructuren los mercados, haya una gran indiferencia tanto en el Gobierno como en el Congreso, para presentar alternativas o por lo menos que discutan proyectos que mejoren la situación de los colombianos y no se encaminen únicamente a los hechos políticos”, señala el analista Bernardo Ramírez.

En ese mismo sentido lo describen los investigadores de Fedesarrollo, quienes aseguran que “la agenda legislativa del último año, en lo económico y social, ha sido más bien lánguida. El Gobierno presentó pocas iniciativas de importancia y la mayoría de los proyectos de Ley han tenido un trámite lento”.

Dos de las principales iniciativas del Gobierno desde el segundo semestre de 2007 (la Reforma Financiera y el nuevo Código de Minas), están aún pendientes del cuarto debate, mientras que el proyecto de Ahorro de Regalías no ha tenido ninguno, a pesar de que el Gobierno retiró el primer proyecto y presentó una segunda versión bastante mejorada. Solamente han culminado su trámite dos proyectos gubernamentales de importancia modesta, la Ley de Contribución de Cooperativas y el que modifica el derecho a la huelga.

Manifiestan los analistas que el Gobierno concentró sus esfuerzos en la reforma política, que logró aprobar en sesiones extraordinarias, y en la de Justicia, que se vio obligado a retirar sin haber logrado pasar debate alguno. Por su parte, una iniciativa de importancia emanada del propio Congreso, la Ley de Ciencia y Tecnología, fue aprobada, y otra, la Ley de Competencia Económica, cursó tres debates.

Sostienen que si Colombia tuviese un crecimiento vigoroso y sostenido, si no dependiera tanto de lo que pasa en el resto del mundo y si contara con una buena distribución del ingreso y bajos niveles de pobreza, se comprendería esta especie de apatía o letargo legislativo.

La defensa

Y no es que el equipo económico del Gobierno esté ausente de las comisiones económicas ni de las plenarias, a las que acuden juiciosamente. Pero van es a defenderse de los ataques de los congresistas y no a promover las iniciativas, como debería ser si el Ejecutivo estuviera preocupado por las reformas.

“Para mejorar la productividad de nuestra economía y depender menos de los avatares externos hay mucho que hacer en temas tan diversos como la calidad de las instituciones, educación, infraestructura, investigación y desarrollo tecnológico, y profundidad y diversidad de nuestro sistema financiero, para mencionar apenas algunos de los más importantes. Y ni que decir en lo social: seguimos teniendo unas de las más altas tasas de desigualdad, informalidad y desempleo en el mundo en desarrollo, incluso comparándonos con otros países latinoamericanos, así como una elevada incidencia de la pobreza”, manifiestan los expertos de Fedesarrollo.

La seguridad social, y en especial el sistema de salud, los parafiscales y otras cargas que desincentivan la creación de empleos formales, requieren reformas urgentes y nadie le pone el cascabel al gato. Hay qué preguntarse qué ha estado motivando al Gobierno y a nuestros legisladores a no ocuparse de los temas más importantes para el país, o a hacerlo en forma tal que apenas se producirían mejoras marginales.

En efecto, incluso en algunos temas de la mayor importancia, como el de la Reforma Financiera, el Gobierno prefirió no tocar o retirar sus propuestas iniciales en áreas muy importantes para profundizar y diversificar el sistema financiero, tales como las referentes a los derechos de los acreedores y accionistas minoritarios, la constitución y posesión de colaterales, los desafortunados topes a las tasas de interés, las inversiones forzosas y la información financiera –área en la cual impulsó una nueva Ley muy defectuosa de habeas data-.

Y ha sido particularmente notoria la falta de interés gubernamental en afrontar los temas de la salud y los parafiscales, para mencionar sólo dos asuntos en el área social que deberían ocupar el centro de la discusión legislativa.

Pero el Congreso tampoco se salva de la apatía e inacción. Es de lamentar que ni siquiera haya habido primer debate para muchos proyectos de importancia y que el avance de otros haya sido tan lento y tortuoso. Cuando se comparan los proyectos iniciales con los cambios introducidos a lo largo de los debates, ha habido mejoras modestas en algunos (en la Ley de Competencia y la reforma al Código de Minas) y desmejoras en otros.

Si bien es de aplaudir la iniciativa legislativa en algunas áreas, el Congreso tampoco ha afrontado muchos de los temas más críticos. Y, en algunos casos, parece ser cierto que el ambiente difícil en el Congreso es precisamente el que ha inhibido que el Gobierno presente iniciativas sobre algunos temas importantes, o que se concentre en asuntos de importancia secundaria, como ha ocurrido en el caso de la Reforma Financiera.


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